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Solemnidad de San Francisco

4 de Octubre es una fecha especial para cada franciscano. Conmemoramos en la Liturgia a San Francisco, nuestro padre espiritual, hermano de toda la creación, un gran ejemplo para seguir y el poderoso intercesor en el Cielo.
Fue uno de los santos más insignes en su época y en la historia de la iglesia. Recibió de Cristo la misión de reconstruir la Iglesia que estaba cayendo en ruinas. Lo hizo por medio de su profunda humildad, predicando el Evangelio - primero con su vida y después con las palabras. Se identificó de tal manera con el Salvador, que a través de él muchos se encontraron con Cristo Vivo.
Dios mismo confirmó esta unión profunda entre su Hijo Jesucristo y hermano Francisco, cuando en su cuerpo grabó los estigmas - las llagas abiertas del Crucificado en las manos, pies y costado. Francisco fue el primero de los santos a quien Dios otorgó este don tan extraordinario y fue por su inmenso amor a Jesucristo en su pasión y su gran deseo de unirse al Salvador por medio del martirio. De tal manera en los últimos dos años de su vida Francisco vivió el martirio silencioso, siendo para sus contemporáneos la presencia viva de Cristo Crucificado.
Hoy, 3 de Octubre en nuestra Iglesia parroquial a las 19 hs celebramos la Misa en la Vigilia de la Solemnidad de nuestro Patrono y después vamos a recordar el glorioso paso de la vida terrena a la vida eterna de San Francisco (el Transito).
Mañana, 4 de Octubre celebraremos la Misa solemne a las 19 hs agradeciendo a Dios por este Santo, por la Orden Franciscana y la presencia franciscana en tantos lugares del mundo y encomendando a Dios por la intercesión de nuestro padre Francisco el mundo de hoy con todas sus necesidades.
Oh, san Francisco, estigmatizado de la Verna, el mundo tiene nostalgia de ti, cual icono de Jesús crucificado.
Necesita tu corazón abierto a Dios y al hombre, tus pies descalzos y heridos, tus manos traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte, por el poder del Evangelio.
Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar la purificación en la penitencia.
Ayúdalos a liberarse de las mismas estructuras de pecado que oprimen a la sociedad de hoy.
Reaviva en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las Naciones y entre los Pueblos.
Infunde en los jóvenes tu frescura de vida, capaz de oponerse a las insidias de las múltiples culturas de muerte.
A las víctimas de cualquier género de malicia, comunica, Francisco, tu gozo de saber perdonar.
A todos los crucificados por el sufrimiento, por el hambre y la guerra, ábreles las puertas de la esperanza.
Amén.
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